domingo, 26 de octubre de 2014

Presentación de "A la luna de Valencia" por Rafael Correcher




Esta es la presentaciónn que Rafel Correcher hizo de mi poemario además de haberlo prologado.

Se realizó la lectura el 7 de Octubre en el salón de Actos de la SGAE.

Además Rafa también recitó  los poemas en valenciano acompañado del dúo Gelós-Santés.
Un magnífico encuentro.

Le estoy profundamente agradecida.



*
Tiembla el rocío
y las hojas moradas
y un colibrí.

*
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?

*
Por la gallega
una escalera sube,
baja un poema.

El primer haiku que les he leído es de Mario Benedetti, el segundo de Jorge Luis Borges, el tercero de éste perpetrador de versos que les habla…

Pero cuál es la razón que hace tan interesante al haiku para que la autora lo utilice, como forma de expresión, en éste magnífico poemario “A la luna de Valencia”.

Todos ustedes saben que los haikus son poemas breves pero muy intensos que contienen descripciones visuales completas de pequeños instantes en la vida de sus autores.
Aparentemente sencillos, pero con una complejidad fascinante cuando se estudian con detenimiento, poseen un atractivo universal.

Partiendo de esa universalidad, yo diría que el haiku es la sencillez de una composición poética, que asimila sucesos objetivos y externos, en la que el asombro es serenidad sin conclusión dentro de un universo de pequeños y delicados trazos, siempre marcados por el transcurso de las estaciones.

Y su fin no es la certeza o la curiosidad ante sucesos o situaciones, sino la concisión de la palabra poética, más preocupada en formar parte de un todo ubicado en la superficie próxima y consustancial de la existencia.

Así, y de acuerdo con esta premisa, Mila Villanueva no construye su libro sobre lo que desea percibir sino sobre lo que puede imaginar, ya que no existe un desdoblamiento sino un sujeto comunicado con el propio mundo, manteniendo en su devenir un equilibrio singular.

Las cosas están aquí, en estas páginas, son, no necesitan una explicación en sí mismas porque ya la tienen en su propia sustancia.

Muchas veces nos asombramos de los prodigios de la naturaleza porque le hemos dado la espalda y teorizamos sin detenernos en el silencio de la observación.

Sin embargo, Mila Villanueva entiende perfectamente que el haiku es  mirar sin vestir la percepción de sentimientos que desvirtúen el objeto, y lo que hace, es preservar lo observado de cualquier interpretación de los sentidos dado que su presencia es meramente circunstancial.

Y para ello, Mila Villanueva, respeta en “A la luna de Valencia” la simplicidad de las cosas utilizando con habilidad la concisión en sus versos, evita los adornos, capta los instantes en su núcleo de eternidad o esos sutiles movimientos transitorios mediante un lenguaje sencillo y cotidiano.
Es decir, en definitiva, maneja sabiamente los principios básicos del haiku.

El resultado final de este poemario es pura celebración, encuentro y contraste de culturas, impregnación y reconocimiento de tradiciones, afirmación personal y colectiva, pero sobre todo, una hermosísima página en la que Mila Villanueva nos habla de lugares comunes de su memoria y de la llegada a una nueva Ítaca, a través de la luz y los paisajes de la ciudad de Valencia.

Les recuerdo, para finalizar, una cita del poeta Horacio: “Poetas y pintores siempre tuvieron el justo poder de atreverse a cualquier cosa”.

Celebremos pues, esta tarde, ese poder, ese atrevimiento de Mila Villanueva, que nos ofrece este hermosísimo “A la luna de Valencia”.






Valencia, 7 de octubre de 2014

Rafa Correcher

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