jueves, 3 de octubre de 2013

Presentación poemarios de Juan Pablo Zapater el próximo día 10 en la SGAE.


Foto
Juan Pablo Zapater con Emiliano Montaña, (Ayuntamiento de Rocafort)


Después de su recién estrenado premio de la Crítica literaria 2013 en la modalidad de poesía, Juan Pablo Zapater presenta su poemario "La Velocidad del Sueño" el próximo día 10 en el Salón de Actos de la SGAE.

Acompañarán al autor Pepe Cervera y Rafa Correcher.

Transcribo la loa de Juan Luis Bedins a "La velocidad del Sueño" que el mismo leyó en la entrega de los Premios el pasado día 27 de Febrero en el Ayuntamiento de Rocafort:


¡Qué feliz coincidencia! Hace dos años, me correspondió hacer la loa del autor premiado en poesía con el Premio de la Crítica Literaria Valenciana: Antonio Moreno, a quien hasta entonces no conocía personalmente. Voy a reproducir exactamente el primer párrafo con el que comencé, ya que en él cito a nuestro autor premiado este año:
“Dicen y nos repiten hasta la saciedad que estamos en crisis. Y es cierto. Padecemos una fuerte crisis económica, social y política. Como nos comentaba el poeta Juan Pablo Zapater a unos amigos en una cena, la crisis es sobre todo una crisis moral. La excesiva ambición del ser humano, su enfermiza envidia, su ilimitado afán de poder y de riqueza, ha tenido como consecuencia que amplios sectores de la población padezcan el azote del paro, de la depresión y del ejercicio funambulesco y casi milagroso de poder llegar a fin de mes”.  ¡Qué feliz coincidencia! Hoy me toca realizar la loa a Juan Pablo, a quien me une un profundo afecto, crecido y madurado con nuestra amistad, desde que nos conocimos a comienzos de los años noventa del pasado siglo; relación que ha tenido también sus eclipses parciales en el tiempo, que han discurrido en paralelo a la relación de nuestro poeta galardonado con la extraviada y felizmente recuperada poesía.
Cuando leemos libros como LA VELOCIDAD DEL SUEÑO, es fácil que nos asalte la duda: ¿pero qué crisis tenemos? ¿Hay crisis con joyas literarias como esta? Y es que obras así, de este calado moral y literario, nos redimen y nos reconcilian con la vida. Decía el maestro Caballero Bonald que “las prisas en literatura son como la carcoma”. Parece que Zapater ha hecho suyo este pensamiento y lo ha llevado al límite en su puesta en práctica. Dos libros publicados: desde el primero, en 1990, titulado LA COLECCIONISTA, hasta el segundo, en 2012, titulado LA VELOCIDAD DEL SUEÑO, veintidós largos años; con lo cual nos ha demostrado que la carcoma de la prisa, de la que hablaba Caballero Bonald, no ha hecho mella en la extraordinaria calidad, en la luminosa creatividad y en la hondura literaria de Juan Pablo Zapater.
Si en la tribuna que yo ocupo esta tarde se encontrara el maestro renacentista Fray Luis de León, comenzaría su loa, sin duda, con su “Decíamos ayer…” “Decíamos ayer”, nos diría Fray Luis, que un joven poeta había obtenido el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Joven Creación, con un libro de poemas, original y arriesgado, que fue muy valorado por un jurado presidido por Octavio Paz, quien dijo de la obra, titulada LA COLECCIONISTA, que era un libro excepcionalmente original, y que le interesó, sobre todo, por la complejidad psicológica y por la forma indirecta con que el autor nos cuenta una historia. Y el sabio de la Vida retirada, continuaría relatando que nos hallamos hoy celebrando y haciendo entrega del Premio de la Crítica Literaria Valenciana en la modalidad de poesía, galardón obtenido el pasado mes de mayo, a ese mismo Juan Pablo Zapater, veintitrés años después. Al mismo poeta, con más edad, con mayor cúmulo de experiencia, y por tanto, con un gran bagaje de sabiduría.
LA VELOCIDAD DEL SUEÑO corresponde a la poesía reposada, reflexiva, más bien de corte clásico, formalmente admirable, de gran calado estético y ético, de ritmo marcado y musicalidad en su cadencia, con sorprendentes y deslumbrantes metáforas, cuya composición parece surgir del rapto divino, en el que se conjugan la inspiración más complaciente y el trabajo más concienzudo. Si a todo esto unimos el impecable juego métrico del autor, combinando versos imparisílabos de arte mayor y de arte menor, sobre todo, sus impresionantes endecasílabos, y en menor medida los heptasílabos que aligeran el ritmo o dan un respiro al alto nivel de exigencia que impone el discurso lírico. Y si a más abundar, añadimos un cierto tono melancólico en gran parte del trabajo, obtendremos las claves que Juan Pablo Zapater ha utilizado para diseñar la arquitectura de este libro de poemas que se ha hecho acreedor del Premio de la Crítica Literaria Valenciana de este año 2013.
Mucho se ha especulado, lo he escuchado y lo he leído, sobre si fue Juan Pablo quien abandonó a la Poesía tras LA COLECCIONISTA, o si por el contrario, fue la propia Poesía quien dejó de lado al “poeta que ama La Mujer, la hace existir, la crea”, como dijo el desaparecido José Miguel Arnal en la primera presentación del libro, en diciembre de 1990. Por cierto, que este libro de culto ha sido reeditado este mismo año por una nueva editorial recién aparecida, Leteradura, que la lleva un grupo de
amigos del círculo del Café Malvarrosa: José Luis Falcó, Toni Moll, Carmen Monteagudo, Víctor Segrelles y Wences Ventura. El resultado de su trabajo ha sido magnífico. Además, esta reedición aparece con un esclarecedor y soberbio prólogo de Vicente Gallego. Aprovechando que nuestro autor ha obtenido el Premio de la Crítica Literaria Valenciana, consideraron con acierto que era conveniente editar de nuevo su primera y única obra, con el fin de que los lectores de poesía conociéramos con mayor profundidad a Zapater y pudiéramos observar su evolución en tan amplio margen de tiempo.
El libro premiado este año, LA VELOCIDAD DEL SUEÑO,  comienza con un poema clave y significativo, una reflexión cargada de intenciones, una poética magistral para enlazar pasado y presente tras muchos años de silencio. Ese poema se titula LA EXTRAVIADA, que no deja lugar a dudas sobre a quién se está refiriendo el poeta. Y en él se pregunta: “¿Fui yo quien te perdí?” Para después descargarse del lastre de la culpa y afirmar: “Nadie te huye / si no le das la espalda,…”. Con lo cual, el autor parece trasladar el peso de la responsabilidad del abandono al desinterés de la propia Poesía por acercarse a él. Tal vez fuera más de esta manera, pero yo creo sinceramente que en una relación de pareja, en este caso poeta y poesía, ambos tienen su cuota de responsabilidad.
El libro está perfectamente estructurado: dos partes de quince poemas cada una de ellas; treinta poemas que nos hablan de la vida, de cómo esta transcurre a la velocidad del sueño; y con la vida, expresa detalles y momentos del acontecer cotidiano: la familia, los amigos, las creencias, los acontecimientos del pasado, los seres ausentes, y hasta la propia literatura: la Poesía, que tras haberla extraviado durante tantísimos años, toma conciencia de que al fin ha regresado a su vida, en el mismo poema que abre el libro: “Hoy has vuelto, tan honda y luminosa / como yo te recuerdo, sin dejarme / ni entonar un reproche”. En LA VELOCIDAD DEL SUEÑO Zapater evidencia, además de su experiencia, su técnica, su oficio, su sentimiento, su saber hacer, su inigualable sentido del ritmo y de la musicalidad, evidencia, repito, que es, en palabras de Arturo Tendero, un poeta estrófico, que disfruta ilustrando sus reflexiones con imágenes a la vez muy visuales y muy elocuentes. El libro está formado por grandes poemas, versos excepcionales; y son bastantes los que yo destacaría. Pero por citar alguno, además del ya mencionado LA EXTRAVIADA, señalaría
también CARTA PARA UN AMIGO, dedicado a Vicente Gallego, y EL OLVIDO DEL ÁNGEL, uno de los poemas más impresionantes que he leído y que concluye con una imagen fantástica y sobrecogedora: “… parecen perdonarme los olvidos / de tus no cumpleaños, / las nanas que a mi voz nunca le oíste / en las noches cantar y por no darte / en aquel hospital y aquella hora / una cuna en la tumba de mis ojos”.
La rapidez del paso del tiempo, la fugacidad con que transcurre la vida, son temas que han preocupado, incluso obsesionado a nuestros poetas a lo largo de la historia. Así, en el Siglo XV, Jorge Manrique nos dirá en la segunda estrofa de sus famosas Coplas por la muerte de su padre que la vida transcurre tan veloz que  “si vemos lo presente / cómo en un punto se es ido / y acabado, / si juzgamos sabiamente, / daremos lo no venido / por pasado”.
 En ese poema inicial ya comentado, aparecen las referencias poéticas de Juan Pablo Zapater, sus influencias, entre otras muchas, que tal vez hayan sido vitales en su formación: Salinas, Aleixandre o Neruda son reconocibles en alguno de los versos de este poema.

 La primera parte del poemario se titula LIBRO DE HUÉSPEDES, y en ella, como afirma José Luis Morante,  se despliega un tono reflexivo que habla del devenir como ventana abierta. (…) Así llega el amor y se van gestando los aportes sentimentales que fortalecen la identidad. La existencia es un estar transitorio que solo deja alguna leve huella. Y la segunda parte del libro, titulada ROSAS PARA OTRAS MANOS, trata el símbolo de la rosa, la flor por excelencia utilizada por los poetas del Barroco, de nuestro Siglo de Oro, Góngora y Quevedo, Lope y Calderón, entre otros,  para expresar el veloz paso del tiempo, la rapidez de la vida, la caducidad de las cosas y la fugacidad de la belleza y de la juventud. De ahí que supuren un cierto tono melancólico los poemas.

 LA VELOCIDAD DEL SUEÑO es un libro de madurez, y por tanto, en palabras de Morante, entrecruza temas y motivos de raíz vivencial; la conciencia del tiempo está presente a cada paso. Carlos Alcorta, escritor y crítico literario, destaca la intensidad de los poemas que forman el libro, y este colma con creces las expectativas del lector más exigente. Por su parte, Fulgencio Martínez sitúa a Zapater entre aquellos jóvenes poetas de la experiencia, como Vicente Gallego, con quien inició su andadura poética en la revista La Pluma del Águila, y Carlos Marzal; todos ellos continuadores de poetas con mayor recorrido en esta poética, como Eloy
Sánchez Rosillo y Luis García Montero, y desde luego, dignos discípulos del magisterio de Francisco Brines. Destaca Fulgencio Martínez que las huellas de la edad en el autor han dado paso a un tono de poesía meditativa, casi siempre dialógica, y coloquial.

 La metáfora de la vida, como hotel donde los huéspedes van de paso, y de la vida como sueño, nos habla de esa concomitancia tan propia del Barroco a la que me acabo de referir. Sin embargo, Juan Pablo añade el sema de la velocidad, más propio de nuestra época. Por último, quiero referir la reflexión del también poeta Álvaro Valverde, quien analiza el libro como una composición de poemas largos de tempo lento, escritos con mirada serena y honda melancolía, que seducen por su ritmo, acompasado al latir de un corazón que acusa el inevitable paso del tiempo, las enseñanzas de la edad, con un estilo clásico a su modo, más celebratorio que elegíaco, de tono metafísico, de sesgo meditativo; una poesía muy apegada a la tierra y a la experiencia terrenal.

 Para finalizar mi intervención, quiero felicitar efusivamente a Abelardo Linares, poeta y editor, quien al frente de la editorial Renacimiento, de Sevilla, ha ganado la mano al resto de editores, alguno de ellos muy avezado en el mundo editorial, y se ha marcado un tanto de lujo al publicar el volumen número 113 de su colección “Calle del aire”, el soberbio e impecable trabajo poético, LA VELOCIDAD DEL SUEÑO, que ha supuesto el flamante regreso de Juan Pablo Zapater a la poesía, y que le ha llevado a obtener el Premio de la Crítica Literaria Valenciana del año 2013. 

 Mi más cordial y sincera enhorabuena a Juan Pablo Zapater. Muchas felicidades por este premio y mucho éxito en el futuro.

                                                                           Juan Luis Bedins

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