De izquierda a derecha: Pilar Verdú, Mila Villanueva, Elena Escribano y Juan Pablo Zapater. (Fotografía: María José Pastor) |
Cuando diseñamos esta presentación, se
decidió que Juan Pablo Zapater analizara la poesía de Elena Escribano (nadie
mejor que un poeta para estudiar a otro) y yo me encargara de la parte
personal. En realidad esta es una separación pedagógica. De pedagogía sabe
Elena mucho, porque además de profesora de poesía me enorgullezco en decirles
que compartimos profesión porque era, hasta su reciente jubilación, catedrática
en un instituto público, como lo fueron dos poetas que nos unen: Machado y
Gerardo Diego. Elena tiene el don de transmitir lo que sabe-y sabe mucho-de una
manera tan atractiva, tan ordenada, tan sugerente, que cuando asisto a sus
clases disfruto no sólo con lo que aprendo sino con lo que aprendo a enseñar. Y
te lo transmite con todo el cuerpo: si nos tenemos que subir a una silla para
explicar el esperpento, nos subimos. Porque su vivencia de la literatura no es
cerebral, es orgánica, física. Ella no llegó a la literatura: creció en ella, con ella, por y para ella. Pero no es de la
Elena-profesora de la que hablaré hoy, sino, como decía antes, de la
Elena-persona, que en realidad no se puede separar de la ElenaPoeta, porque,
querida, “Poesía eres tú”.
Ella
vive la literatura con la pasión que le caracteriza en general. De hecho, esa
es la palabra que yo elegiría para describirla: Pasión. Cuando elegí esta
palabra para ella, pensé que sería un bonito juego preguntar a algunos de
nuestros amigos poetas cuál escogerían ellos. Y fuimos todos en una línea
similar: Juan Pablo Zapater eligió “vocación”, refiriéndose tanto a la faceta
docente a la que aludía antes, como a la de poeta. Añadió “Piedra, por
resistencia y contundencia vital”, porque Elena es una mujer firme que sabe
hacerle frente a la adversidad como ya nos ha tenido que demostrar alguna vez.
Vicente Gallego eligió “entusiasmo: eso es pura Elena de cabo a rabo”. Ada
Salas, tan contenida en sus palabras, se desató en cambio con esta musa y la
definió con su tino habitual: “Elena para mí es un concentrado de tantas
de las mejores cosas de esta vida: fuerza, ánimo, imaginación, generosidad,
alegría.”
Pilar Verdú.
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