domingo, 16 de diciembre de 2012

Extracto de la charla de Juan Ballester sobre la Muerte en el salón de actos de la SGAE.




… Otro de los temas en los que se tocan la ley con la Muerte es en el tiempo que deben estar los cadáveres de cuerpo presente dado el temor ancestral de los hombres a ser enterrados vivos. 

La Ley del Registro civil establecía que debíamos estar al menos 24 horas desde la muerte clínica, pero recientemente se ha suprimido ese plazo de un día que nos daban para despedirnos de los cadáveres de nuestros seres queridos, antes de ser enterrados, incinerados o sumergidos en alta mar, que son los tres destinos que recoge el artículo 6º del Reglamento de Policía Mortuoria estatal. 
   
Para documentarme sobre este tema he encontrado en la Wikipedia (que como saben significa enciclopedia que puede ser modificada desde dentro), una entrada o voz, Ataúdes de seguridad, en donde se leía que el conde belga Karnice-Karnicki ya había patentado un sistema de rescate para personas que habían sido sepultadas vivas.  Patentado en 1897, se trataba de un sistema mecánico bastante rudimentario colocado en el ataúd que detectaba movimiento en el pecho del fiambre haciendo que saliera una bandera en la superficie del cementerio mientras sonaba una campana inspirado en la feria del tiro al blanco.     

La novela El efecto Star lux contiene una reflexión sobre lo parecidos que son un bebé que acaba de nacer y el cadáver de un hombre recién fallecido precisamente partiendo de esa coincidencia entre el plazo inicial de 24 horas que debemos vivir para que el Código civil nos considere personas (nadie es persona sino un feto hasta que vivimos completamente separados del claustro materno durante 24 horas), y ese plazo final de 24 horas que debíamos estar de cuerpo presente ahora suprimida.   

Germán, un forense y su novia Arantza, ginecóloga, dos tortolitos tocados del ala por la  pérdida repentina  de un ser muy querido, tratan la cuestión de las similitudes del neo-nato con el neo-muerto afirmando que quedan con cara de que no han roto un plato después del tremendo trauma que supone nacer o morir. Tras conocerse bien, se dan cuenta de que sus trabajos, dar la bienvenida a este mundo y de sellar el pasaporte a los que se marchan, que parecen tan dispares, tienen muchas cosas en común.  

En un duro artículo de prensa llamado Ni un solo día se critique la supresión del plazo de un día ya que dicen muchos tanatólogos que dedican su vida a estudiar el morir y a ayudarnos a llevar el desconsuelo de la pérdida de los seres queridos -como Elisabeth Kubler-Kros-, que a los cadáveres hay que abrazarlos, besarlos, velarlos y aclarar con ellos todo lo que tengas que aclarar, sobre todo si eres un niño. Además la reforma legislativa ha provocado la comercialización masiva de féretros de seguridad para el caso de resurrección, la mayoría con antena de móvil y cristal frontal rompible. 

Por mucho que disponga la ley y que permita nuestro lenguaje, que distingue los verbos Ser y Estar que no existe ni en latín o inglés, la crónica de las personas comienza cuando dejan la bebé sobre el pecho de su madre y la biografía no termina hasta que nos dan sepultura, ya que las vivencias con un cadáver pueden modificar la memoria de las personas antes de que se haga indeleble con la sepultura…  

Agradecemos a Juan Ballester el haber participado en estas Jornadas y desde Concilyarte le deseamos el mayor de los éxitos en su nueva andadura literaria.

Fotografías: Juan Ballester firmando ejemplares en el Oceanográfico de Valencia
Lectura del acta de los premios de la crítica.
Juan Ballester nombrado Miembro de Honor de Concilyarte.(Con Mila Villanueva, Gloria de Frutos, María José Pastor y Rafael Correcher.
 
Gracias a Concilyarte  por nombrar a JB miembro de honor de la asociación.

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