De Izquierda a derecha: Gloria de Frutos, Mila Villanueva, Antonio Praena y Elena Escribano.
Texto leído en la SGAE el día 16 de septiembre de 2013.
Fue leyendo un artículo sobre poesía religiosa del
crítico y antólogo Juan Carlos Rodríguez que descubrí a Antonio Praena. “No
es místico dice Juan Carlos, pero hay en él una indisociable unión con Dios.
Antonio Carvajal, llama sobre él constantemente la atención”.
Comentando este artículo con Vicente Gallego, él me
instó a que lo invitara al recital “EL Sentimiento de la Realidad” que
estábamos preparando y Antonio aceptó con gusto, pero quiso la casualidad que
el mismo día que estaba programado el
recital, Antonio Praena tuviera que estar en Madrid para
recibir el premio José Hierro de Poesía por su anterior, libro: “Actos de
Amor”.
Nos pareció así que quedaba como algo pendiente por
lo cual desde Concilyarte decidimos invitarlo a hacer esta presentación de un
libro que fue premiado por unanimidad por el jurado compuesto por: Joaquín
Benito de Lucas, Pureza Canelo, Luisa Castro, Pablo García Baena, Ángel García
López y Antonio Hernández. Realizamos esa presentación en esta misma sala y
desde entonces la amistad entre Antonio y conciliarte se ha ido
estrechando en diferentes colaboraciones
en la medida que la distancia lo permitía.
Y ha querido el destino (o Dios, diría seguramente
Antonio) que apenas año y medio después un nuevo libro de nuestro poeta vea la
luz: “Yo he querido ser grúa muchas veces”, premiado con el Tiflos por un
jurado compuesto, entre otros, por Luis Alberto de Cuenca, Ángel García López,
Jesús García Sánchez (director de la
editorial VISOR), Angel Luis Prieto de Paula y Jaime Alexandre. Pero de esta
nueva obra enseguida nos hablará Elena Escribano.
Paso pues a comentaros algunas cosas sobre él y su
vida.
En primer lugar tengo que decir que Antonio es un
gran amigo. No importa que pase el tiempo o lo separe la distancia. Antonio es
la persona con la que se puede contar y a la que se le puede contar…Él tiene
siempre una palabra amable, discretamente y sin alardes ofrece su apoyo
incondicional a quien lo necesita y así me consta. Antonio es una persona, entrañable,
cercana, pero también se intuyen en él cualidades como su gran fuerza de
voluntad, su disciplina y una clarísima inteligencia. Cuidad que ningún detalle
le pasa a Antonio desapercibido. Otra de las características a resaltar en él
es su alegría. Esa alegría que acompaña siempre a la buena gente, a los
humildes, a los limpios de corazón. Antonio sabe “comulgar” con el entorno, se
hace uno con el otro y comparte su amor, su fe y su sabiduría.
Como bien dice Vicente Gallego “Antonio es un
sacerdote que vive a pie de calle”.
Nace un 8 de junio en Purullena, Granada, comenzó
estudios de filología en Granada pero pasó después al estudio de la Teología en
Valencia y Salamanca. Actualmente es profesor de teología en la Facultad de Teología
de Valencia tratando de compaginar la labor docente e investigadora que ello
conlleva con la entrega a la creación literaria y la promoción cultural.
Antonio es, además y por extraño que pueda resultar dentro del ámbito cultural
contemporáneo, fraile dominico.
Vive a caballo entre Valencia y Granada su lugar de
origen y ciudad donde, además, ha sido durante seis años prior del convento de
Santa Cruz la Real.
Pero si de algún modo hay que señalar una ciudad
donde Antonio se reencontró con la poesía, hemos de decir que fue Salamanca,
ciudad en la que, siendo estudiante, encontró el empuje de Antonio Colinas y
Juan Antonio González Iglesias, quienes fueron para él definitivos a la hora de
decidirse a publicar, pues anteriormente sólo se había acercado a la literatura
de una forma esporádica y, en su propia expresión, rehuyendo huyendo de una
vocación que sin embargo pujaba por aflorar.
Por paradójico que pueda parecernos a quienes no
estamos familiarizados con ello, Antonio encontró en su vocación de dominico
una llamada a la libertad y a la creatividad para poder de integrar su vocación
filosófica y teológica con su otra gran llamada, la de la creación artística,
algo que, por otro lado, se refleja perfectamente en su poesía, pues hay en
ella una original, arriesgada, fértil y hasta paradójica integración entre
ámbitos, tradiciones, y mundos diferentes: la tradición grecolatina, la
estética cristiana renacentista, y la cultura posmoderna en la que Antonio, poe
edad y por situación generacional, se desenvuelve como un joven más de su
tiempo. A ello hay que unirle –y esto ere especialmente visible en “Actos de
Amor”- su inclinación a la amistad, a la vida comunitaria y su opción por los
pobres y desamparados del mundo, que le viene directamente dada de su vocación
religiosa dominica.
En este sentido sus obras “Humo Verde” , (Accésit
del Premio Iberoamericano Víctor Jara 2003) y “Poemas para mi hermana” (Accésit
del premio Adonais 2006), ya venían apuntado los grandes temas de la poesía de
Praena, pues, habiendo recibido la influencia de la poesía de la experiencia, aúnan
a ella corrientes nuevas y viejas: la mística tradicional, las estética
postmoderna, la poesía social, la obsesión por el paso del tiempo y por la
muerte, el sufrimiento de los personajes más ínfimos, el amor en sus distintos
niveles… En este sentido también fue fundamental para Praena la influencia de
Vicente Gallego, un autor que Antonio leía apasionadamente durante su juventud.
Para concluir, diré finalmente que El Sur, la
raigambre granadina de Praena, se adivina también en su obra. Y ello se plasma
en la libertad de los temas y de los registros de lenguaje que asoman en sus
versos. Muy especialmente ha señalado Luis Alberto de Cuenca el sentido de la musicalidad
versal, la agilidad, la claridad, la libertad y hasta el desparpajo con que algunos
poemas nos sorprenden. Y es que en Andalucía, tierra de Machado, Juan ramón,
Lorca, Luis Rosales… el lenguaje y la música conviven de forma natural. La
palabra se impregna de ritmo y el ritmo de palabras profundas. La hondura es
también una característica de la poesía de Antonio, viéndose en ello una cierta
influencia de Luis Rosales.
Su escritura es una expresión hacia afuera de una
personalidad a la vez diferente y sencilla, una vocación en la que lo hondo y
la vida cotidiana son indisolubles. Lo antiguo y lo viejo. Lo rotundo, y lo
leve. El dolor y el placer de vivir y de poder contarlo.
Mila Villanueva.
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