Montañas
Desde mi punto de vista las montañas estarán para siempre
unidas a la fragilidad de la naturaleza humana. En los albores de la especie, nuestros antepasados se encontraban
tan impotentes para luchar contra el hambre, el frío, las fieras, las
enfermedades, los desastres naturales y la muerte, que tuvieron necesidad de salir de sí mismos
y pedir ayuda. Y cuando miraban hacia arriba y comparaban su propia pequeñez
con el incomprensible cielo, pensaban que esa ayuda podría venir de allí. Y de volver
los ojos al cielo nació la Religión.
Porque el hombre situó siempre a sus dioses (lo bueno) en lo alto y a los
demonios junto con el infierno (lo malo) en lo más bajo, como hicieron los
guanches con Guayola, el rey del mal, a quien situaban en el interior del
Teide. Los dioses les ayudarían también a los hombres indefensos a contestar
preguntas difíciles, de dónde venimos, adónde vamos, como es de grande el
universo, por qué los planetas se mueven y las estrellas parecen fijas,
preguntas…. Y lo más próximo al cielo, aquí en la tierra, son las montañas.
Aunque no a todos los
pueblos les iría bien ese esquema de buenos y malos.
1) Por
ejemplo a los Griegos.
Una
cultura racional donde las haya para una sociedad que aún no estaba preparada para prescindir de los dioses, sobre todo en
la guerra. Entonces inventaron un sistema filosófico impecable, con el fin de
conjugar razón con religión: hicieron que los dioses fueran degenerados,
promiscuos, violentos, egoístas, malvados etcétera, con el fin de no tener
empatía con ellos. Y para tenerlos lejos,
los confinaron en el Monte Olimpo. Sólo pedían que los dioses les dejaran en
paz. Lo mejor que podían hacer los hombres era evitar a terroríficos dioses,
porque cualquier intromisión acababa en desgracia.
Con
una excepción: las musas, las hermosas hijas de Zeus y Mnmósine, las
protectoras de las artes y de las ciencias. Porque el Monte Parnaso estaba
cerca de ellos, sobre el Oráculo de
Delfos, y Monte Helikon, ambos lo mismo. Y ambos eran moradas de Apolo pero también de las Musas.
2) Cristianos
Monte Ararat, Arca de Noe
Monte Sinaí, en el que Dios entregó
a Moisés las tablas de la ley
Montaña en la que Jesús
bienaventuranzas y el Padre Nuestro, el de la sal de la tierra y la luz del
mundo.
Monte Gólgota, crucifixión de
Cristo
Monte Tabor, transfiguración
Tradición cristiana de los eremitas
que muchos vivían en monasterios perdidos entre montañas. Meteoros, Monserrat,
Armenia…
San Simón Estilita surrealista
3) Los
humanos empezaron a ver a las montañas como algo mítico, mágico, reverencial.
No es un lugar fácil, sino sólo para los esforzados que suben por sus laderas y
alcanzan la cima casi sin aliento.
Algunas
montañas son símbolos
Fuji Yama
Kilimanjaro, la gran montaña de
África, Tanzania, la casa de los masai
Vesubio-nápoles (con permiso de la
pizza) Pompeya
el Etna-Sicilia, con permiso de la
mafia
Strómboli, farol del Mediterráneo
Cerro del Corcovado, Río de
Janeiro, Brasil (con permiso de la samba del del Amazonas)
Monte Uluru, Australia (con permiso de la ópera de Sidney
y de los canguros)
Tristemente célebres
Nevado del Ruiz, cuya explosión
mató a la niña Omaira.
Krakatoa, el oceánico, entre java y
Sumatra, el más fiero, 295 ciudades destruidas y 36.000
personas muertas
4)
Fiebre
por subir a las montañas se desata en el XIX. Romanticismo.
Las montañas entran en
la literatura
Drácula, Bram Stocker, Cárpatos de
Transilvania
Cumbres borrascosas Emily Brönté, la belleza del agreste paisaje de páramos, bosques y
cumbres nevadas.
La montaña mágica,
Thomas Mann, alpes suizos, Davos, Sanatorio tuberculoso.
William Faulkner,
Mientras agonizo, montañas del norte de Mississippi
El Padrino, Sicilia, Corleone (provincia de Palermo) , con sus rocas gemelas
amenazando al pueblo,
Aunque mucho antes del
XIX ya estaba la Divina Comedia,
5)
Los
montes también parecen el la literatura bélica como tierra bélica.
Afganistán,
Paquistán
Bosnia Herzegovina
Batalla del Guadarrama con sus construcciones militares de la contienda,
fortines, observatorios blindados, trincheras, búnkeres, paramentos y nidos de
ametralladoras Gredos
Los Pirineos. Soldados de Salamina de Javier Cercas.
No hay nada más épico que imaginar
a Aníbal cruzando los Alpes con elefantes, Sagunto, segunda guerra púnica.
La Castilla de los castillos
fortaleza bien instalados en montañas. Como los monasterios.
Iconografía nazi de montañas,
épica, refugio Hitler, montañas nevadas
La Sierra Morena de los bandidos,
personajes literarios donde los haya, de
la que primero aprendieron los maquis y luego la guerrilla sudamericana,
Bolivia, el Che… Narcotraficantes…
La propia Divina
Comedia, Güelfos contra gibelinos
6)
La literatura de viajes es
tan antigua como la Odisea. Pero hoy día ya puede hablarse de la Literatura de montaña como género, desligada
de la de los viajes.
Aunque tengo la impresión
de que la literatura de montaña, como género
recién nacido, todavía espera a
su Homero, o a su Conrad con respecto al colonialismo o a su Melville con el
mar o su Mark Twain con los ríos, o su Daniel Defoe, Jonathan Swift o
Stevenson con los microcosmos de las islas.
Opino, que de momento la ficción no ha entrado en ese territorio magnífico con
toda la fuerza que debería.
7)
Algo personal.
Podría decir que en la lectura de El Viaje al centro de la tierra, de
Verne, descubrí algo fantástico que influyó posteriormente en mi vocación de
escritora. No fue así.
Ni subir al Teide. Ni ver el Mulhacén desde las ventanas de la
Alhambra.
Debo reconocer que para mí, como escritora, los montes están asociados con el ciclismo y
con la épica.
Naranco de Bulnes
Caí rendida ante Dino
Buzzati
1949, pendientes del Izoard (Francia) Alpes, duelo Bartali- Coppi.
Y me di cuenta de qué significa ser
escritor: contar bien las cosas. Cualquier cosa bien contada es atractiva, y al
revés, hasta la aventura más épica puede ser aburrida si se cuenta mal.
Puy de Dome. Nevers, Marguerite Duras, Hiroshima mon amour,
Influencia en Noches de Obon.
8)
Pero
si pienso en los montañeros me pregunto,
¿Por
qué?
Edurne
Pasaván,
Edmund
Hillary
Champolion (idiomas hebreo, árabe, siriaco y caldeo
a los 10 años, añade copto, italiano inglés y alemán, latín, griego antiguo),
Andrew Wills, Amunsen y Scott, Colón, atletas olímpicos, Alejandro Magno,
Einstein estaba obsesionado con la luz y Newton también, Faraday por la relación
electricidad-magnetismo, Arquímedes…Mallory preguntado por qué intentaba subir al Everest por tercera vez (sin
conseguirlo), contestó “porque estaba allí”.
Teoría:
Obsesionina (serotonina, dopamina, endomorfinas, ferohormonas estimulantes naturales.
Pero hay mucho más que obsesión. Las montañas, los polos, las
selvas, los desiertos, son lugares inhóspitos, donde escasea el alimento y el cobijo, donde
una simple tormenta puede acabar con la vida. Y el factor humano apenas se ha
visto alterado por el desarrollo tecnológico. El grupo, el líder que empuja, el
guía y motiva, el buen humor que ayuda a sobrellevar las situaciones
siguen siendo necesarios. Pero entre todos los factores humanos que juegan a
favor de las grandes aventuras, destacaría la amistad, el sentimiento que hace
fácil la solidaridad. Cicerón decía que sólo en el peligro se conoce al
verdadero amigo. En el negocio efímero de la supervivencia, la amistad es la
mejor de las técnicas para alcanzar el objetivo y salir con vida.
9)
No sé si escribiré alguna vez específicamente
sobre montañas, pero podría ocurrir, aunque no vaya a ser nunca montañera. La escritura como la lectura son procesos de empatía, de
ponerme en el lugar del otro, ya sea ese otro un asesino en serie, una víctima del
asesino, una princesa rusa, un capitán inglés o una escaladora. Luego a documentarse. Y en todos los relatos
hay un momento en que la documentación y la imaginación del autor se funden y
no sabría muy bien decir dónde empieza una cosa y termina la otra. Podría escribir acerca de una montaña en la que jamás estuvo y sentir soledad y frío y paz
como si estuviera allí. Esa es la
impostura del escritor.