sábado, 1 de febrero de 2014

Presentación Mirada a una mirada de Antonio María Herrera




Enrique Bronchú

Antonio M. Herrera
Mila Villanueva


Hoy tengo el honor de presentarles una obra singular: el poemario Mirada a una mirada, que está editado por Antonio M. Herrera y la familia Rodriguez Bronchú, con prólogo de Carlos Aganzo y  fotografías  de "dibudibu".

El Ayuntamiento de Valencia a través de la delegación de Cultura colaboró en los actos de celebración del primer centenario de Salvavor R. Bronchú, de lo que surge esta antología. Doña Maria Irene Beneyto, teniente de alcalde delegada de cultura en las primeras páginas del libro comenta lo siguiente:

“Tanto las influencias familiares y formativas como la predisposición natural y sus aptitudes plásticas, confirieron a Bronchú un estilo propio y una capacidad plástica admirables. La luz, el impresionismo, el colorido, la técnica y las temáticas tratadas han hecho de él un importante artista que ahora cumpliría 100 años, y aunque ya no vive, su pintura permanece para darnos cuenta de su existencia y buen hacer".

Pero para mejor hablarnos de la figura de este gran pintor, nadie mejor que sus hijos: Enrique y Salvador que se encuentran con nosotros.

En cuanto al poeta que acompaña paso a paso al pintor en un recorrido por sus obras, Antonio María Herrera, diré que:

Nace en Cantabria pero cursa sus estudios primarios y secundarios en Ávila, de la que él mismo dice ser su patria poética y de la que nace su primer poemario “Esa luz que el aire tensa”. Antonio María Herrera es un poeta de trazo castellano, incluso impregnado de un suave misticismo, un poeta de la tierra, pero que asume y exalta la luz del Mediterráneo. San Juan de la Cruz, Fray Luis de León y Quevedo afirma que son sus referentes poéticos.

Actualmente reside entre  Rocafort y Godella; donde escribe” Godayla al amanecer” y “Tras el vivir y el soñar” premio Internacional de Literatura Antonio Machado 2010 otorgado por la Fundación Antonio Machado de Colliure, y que tuve el placer de presentar en la Librería Primado en diciembre de 2012. Están agotadas las dos ediciones, castellano francés y castellano o catalán.

En marzo del pasado año, publica “A ras de suelo” un diálogo lírico con el poeta Vicent Andrés Estellés.

Es catedrático de Lengua y Literatura y Vicepresidente de la Asociación de vecinos Antonio  Machado y Republicanos de Rocafort, donde despliega una gran actividad cultural y es también miembro de la Asociación de Escritores y Críticos Literarios CLAVE.

En la actualidad está preparando una homenaje a Antonio Machado en el 75 aniversario de la muerte del poeta, habiendo coordinado la antología: “Esta palabra mía”, que se presentará en la propia Casa de Antonio Machado de Rocafort el próximo 19 de Febrero y en esta misma sala el 25 de febrero, quedan pues todos Vdes, invitados. 

Prepara también sobre Machado para 2015 un evento poético- teatral titulado “La Voz y el Eco”.

Carlos Aganzo, en el prólogo de la obra nos dice:

Los ojos de Bronchú son los ojos de un visionario, de un cazador de la luz siempre a la espera, como nos dice Antonio María Herrera, un cazador de piel hecha a soles de intemperie que nos ausculta con descaro, parapetado tras el lienzo.
Y continúa…
Es aquí en este juego de miradas, donde comienza el verdadero espíritu de este libro que no sólo es un homenaje a Bronchú, un recordatorio del gran pintor de Godella, en el centenario de su nacimiento, sino también, un verdadero mano a mano poético entre dos artistas que se confrontan, se comunican. Se complementan y se trascienden…

 La mirada del pintor, mediterráneo empapado de salitre y la mirada del poeta,  norteño, cabizbajo, asceta y románico.

De la importancia de la mirada han corrido ríos de tinta en la literatura, expongo aquí tres citas, la de un pintor, la de un poeta y la de un filósofo, que vienen al hilo del tema que nos ocupa.
Agotado de mirar sin estar saciado, dice Petrarca en Triunfo d´amore.
Sobre el pasivo ver hay un ver activo, que interpreta viendo y ve interpretando, un ver que es mirar, (Ortega y Gasset en meditaciones del Quijote).

Contentémonos con el inmediato milagro de abrir los ojos y ser diestro en el aprendizaje de mirar bien. (Salvador Dalí)

Antonio, diestro en el arte de mirar, que interpreta viendo y ve interpretando y se agota de mirar sin saciarse, abre sus ojos ante el milagro de la obra de Bronchú y la “narra” para ello utiliza unos versos descriptivos pero sin perder el sentido lírico, con una ligera rima y un ritmo bien marcado, influido por la poesía popular. Son unos versos difícilmente sencillos…llenos de color y de imágenes impactantes. Sus metáforas son puentes de luz que ofrece al lector como quien lanza una red para atrapar nuestra atención y nuestra emoción.

Así discurre por los paisajes que plasma el pintor: Por el arrabal. Por los pueblos de ocre, con sus tapias y sus corrales y las sombras y el añil de los dinteles…. Por los grises del Albarracín, el pueblo de fachadas curtidas por el cierzo….por la recordada huerta…por las cuevas de Godella, donde quedó esperando a la puerta la silla en la memoria… por la playa de la Malvarrosa, donde la arena arde, y donde brilla el  ardor…por Dénia con sus barcas para el desguace, donde el viento no perdona…por una Andilla en la que la tierra fosforece o por el paisaje conquense, (una herida cárdena (nos dice)… Pero también por las alquerías, donde el blanco a base de impurezas es más blanco.

Su mirada  contempla asimismo las costumbres de un pueblo con todo su colorido, donde poeta y pintor parecen captar la algarabía, la vida, el esplendor: Los moros y cristianos…el Corpus con sus toldos…el Carnaval con sus colores que bailan…la escuaraeta en la mañana de mayo…la salida de una boda con su rumor de telas exaltadas o una capea donde según Antonio el pintor trasciende la retina.
Antonio se introduce también en los interiores, en el estudio del pintor, donde se respira un hollín de disciplinaen la intimidad violeta de la buhardilla…el bodegón con libro y quinqué donde el cristal se descompone en brillos…el cuadro de las rosas (que Antonio contempla desoblado en niño, con la mirada inocente, y experimenta la energía del color que lleva a otro color y lo transforma en un rizo de esplendores máximos), o el salón por donde la ventana lanza una luz de pájaros sobre la abuela y las nietas. 

Juega así con los dorados y el contraluz, la luz meridional hiriente y descarada, (nos dice) con la neblina y el resplandor, con el color en todas sus gamas y con las sombras y sus matices, como lo hace magníficamente en el poema final:

Titulado mujeres:

Por qué se han congregado
Las ha expulsado la ciudad amorfa
O es porque han sentido
Que el reducto donde agotan su existencia

Es un tiempo de rosas engañadas
de azules agrisados?
Se exhiben? Se rebelan?
han decidido imponer a la neblina
Su diverso color de fantasía?
O simplemente ríen
Y al mirarse unas a otras
Se demuestran que están porque son ellas
Ellas mismas ufanas y conscientes
de que no es frágil su entereza?
….
 y si continúo hablando de miradas, tengo que citar necesariamente, la mirada de Antonio que se complace en el autorretrato, donde el poeta y el artista se miran y se descubren en una absoluta complicidad y Antonio dice:

Esa mirada que sabe como mira
honrada y franca, cuya grandeza está
paralela a la verdad, en ser sencilla.

Y ya para finalizar citaré unos versos del poema titulado Pórtico, que abre el poemario:

Que distintos tu y yo
Y sin embargo
Bronchú del trazo pánico
del destello austral
Me invitas a tu fiesta?

Espero pues que disfruten de esta fiesta, de esta velada pictórico poética homenaje a Bronchú y ya sin más, paso la palabra a su hijo Enrique:

Mila Villanueva





Mar Cano
Melba Santacoloma



FOROGRAFIAS MACHANCOSES Y DEL VALLE.


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