viernes, 15 de noviembre de 2013

Entrevista a Juan Pablo Zapater por Bel Carrasco en MAKMA


Juan Pablo Zapater. Foto: Salvador Álvaro Nebot
Fotografía Salvador Álvaro Nebot
Salinas, Neruda, Hernández, Aleixandre, Lorca, Juan Ramón Jiménez y Rabindranath Tagore. Fueron los primeros guías que iniciaron a Juan Pablo Zapater (Valencia, 1958) en la poesía cuando era un niño. Una colección de libros de estos autores, un tesoro que encontró en el cajón de la mesita de noche de su madre,  lo contaminó con el veneno de la poesía y desde entonces se consagró a ella, alternando periodos de voz y de silencio. Este otoño su voz se alza doblemente con la aparición de dos de sus poemarios separados por veintidós años: La velocidad del sueño (Renacimiento) Premio de la Crítica literaria Valenciana y una reedición de La coleccionista, Premio Fundación Loewe, 1989 realizada por Leteradura.

¿Cómo ha evolucionado el Zapater hombre y poeta entre estos dos libros?
Estoy plenamente convencido de que no se escribe igual a los veintitantos años que habiendo sobrepasado la frontera de los cincuenta. Tampoco se vive de la misma forma, ni corporal, ni espiritualmente. Porque si bien las cuestiones eternas que desvelan al ser humano en sus diferentes edades no varían en su esencia, sí que resultan distintos los puntos de vista desde los que se observan y se asimilan. En mi primer poemario, La coleccionista, o en este último recientemente publicado en Editorial Renacimiento, La velocidad del sueño, se tocan temas como el amor, la soledad, el placer, el desengaño o la muerte, pero la mirada del poeta ya no es la misma, como tampoco es idéntico el sentimiento que esa mirada le provoca. Quizás ahora exista menor ímpetu, menor vehemencia contenida en mis poemas, aunque han ganado absolutamente en cuanto a la profundidad, a la matización y a la autenticidad de lo expresado.

¿Qué impresión le causa verlos en sus manos?
Cuando tomo en mis manos los dos libros, el de mi juventud y el de mi madurez, llego a reconocerme en ambos, pero me identifico más con el último escrito, como es natural. Es lo mismo que repasar las fotografías de un viejo álbum y después contemplar tu imagen de hoy en el espejo. En todo caso, cada nuevo libro no deja de ser un puente entre el poeta que uno fue y el que será, con la continuidad y el alcance que la poesía y la propia vida le concedan.

¿Cuáles son los temas recurrentes en sus poemarios?
Cualquiera que lea La coleccionista se da cuenta al momento de que el amor pasión y el erotismo son los temas predominantes en el libro. Eso no quiere decir que no aparezcan en segundo plano otra serie de cuestiones que ya entonces formaban parte de mis preocupaciones vitales, como la soledad y el desengaño, por poner dos ejemplos. Lo que resulta evidente es que, sin dejar de lado lo anterior, en La velocidad del sueño se amplía mi universo poético y se abordan nuevos temas como el del menoscabo de la fe, la consagración de la amistad, el valor de la familia, la celeridad del paso de los años o la consideración de la vida como un hotel de paso.

¿Hay vida más allá de la poesía de la experiencia?
La poesía es tan generosa que en su seno admite muy diversos credos. Lo que verdaderamente importa no es el tipo de poesía que se escriba o se lea, sino que se trate en todo caso de buena poesía. La literatura de calidad no sabe de tendencias, a veces surge como la flor silvestre y otras veces se cultiva como la flor de invernadero. Yo disfruto con toda clase de manifestación poética y no sólo con la que se basa en las palabras, también con la que se apoya en las imágenes o la música.

¿Cuál es la función de la poesía en estos tiempos tan malos para la lírica?
Yo no creo que los de hoy sean tan malos tiempos para la lírica. De hecho cada vez se programan más actos, se crean más asociaciones, se adivina un mayor interés de la gente por el fenómeno poético y se crean nuevas editoriales, como esta surgida del Café Malvarrosa de Valencia que ha reeditado mi primer libro, bajo el sello de Leteradura editores. Acabamos de dejar atrás un largo periodo de materialismo que la propia crisis económica se ha encargado de ajusticiar en la plaza pública. Tal vez a partir de ahora el ser humano se dé cuenta de que su bien más preciado reside en la espiritualidad, en la riqueza interior que es capaz de atesorar y compartir. La poesía es un buen camino para conocerse para intentar salvarse el vacío existencial que todo hombre y mujer llega a sentir en tantas ocasiones a lo largo de su vida.

Para ver entrevista completa:

Entrevista de Bel Carrasco a Juan Pablo Zapater en la revista MAKMA.
http://www.makma.net/la-crisis-economica-ha-ajusticiado-el-materialismo/

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