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| (De izquierda a derecha Mila Villanueva, Amparo Sampedro (alcaldesa de Rocafort) Ana Noguera y Antonio M. Herrera) |
VILLA AMPARO.
El jardín es todo vibración del este,
cáldia y exultante. A punto de aflorar.
Afirmación de luz de una colina ibérica.
Y, sin embargo, la sombra está impregnada
de una melancolía de tiempo negro
que podría ser rencor, pero no puede.
La escasa sangre que habita en las estancias
son pasos arrastrados, minúsculas palabras,
suspiros que huelen a tabaco y a dolor.
Algunos versos que ya no pueden con su propia métrica
porque, para una escapada de coraje,
la mano del forjador está cansada
y cansada la mano viril que la blandía.
La memoria retiene del momento
un desmañado corpachón camino de renuncia
que, más que habitar, se asila
en la florida placidez de un encierro.
Está y no está. Observa y dice. Y sabe.
El estupor, la repulsa y la congoja
dan a su estampa arrugas de derrota incrédula.
Parece no aceptar ni lo vivido ni lo soñado.
El jardín resiste el otoño pero la vida muere.
Ni niebla ni camnos ni parques lánguidos.
Ni moscas escolares ni leyendas feroces.
Sólo Caín y Abel en la mirada.
(...) Qué poco duró la exaltación,
españolito que te vas del mundo, que poco!
¿Cómo va a sonreír el jardín del paraíso?
Lo que flota en él es el eco de una historia
que murió de un fracaso subterráneo.
urdido lentamente, en muchos siglos.
A.M.H
(De: Tras el vivir y el soñar)
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| (El pequeño violinista Marcos Blay que amenizó el evento) |
(fotografías: Machancoses y del Valle)
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