sábado, 15 de diciembre de 2012

Exposición de María José Pastor en "Jornadas sobre la Muerte en la SGAE"






El título de esta charla nació de este proyecto. Un día se me ofreció como un regalo cuando ya había abandonado los pensamientos y dejé que se hablaran la medicina y la poesía.

Fue entonces cuando surgió la esperada zona de transición, la esperada disolución de los límites, el territorio instersticial entre las células, donde confluyen los líquidos nutricios y los desechos.

Apareció ante mí la relación que luego sería el hilo de mis palabras. La muerte celular o quizás las muertes celulares. La necrosis, la apoptosis y la desdiferenciación y sus correspondientes correlatos poéticos.
         

           La necrosis celular como proceso irreversible y violento junto a la consideración de sus distintas causas - isquemia, traumatismos, radiaciones ionizantes, sustancias químicas, agentes infecciosos, inmunológicos, alteraciones genéticas- se me ofreció como un proceso colectivo. Se muere una célula sí, pero el agente está actuando también en las células vecinas. Podría decirse que la necrosis tiene un aspecto social y un aspecto político.

Sin la posibilidad de arreglar el mundo, sin pretensión de ello, la poesía está rozando siempre la sociedad, la actualidad, lo roza todo.

 

          Circulan silentes los lípidos por las arterias

publicidad subliminal

tapizan día a día las paredes

la íntima del endotelio.

 

Los productos oxidados erosionan las membranas

las plaquetas obturan la estrecha luz.

 

No hay crédito

para familias sumidas en el paro.

 

El drástico desahucio sigue al trombo

la brusca detención y la necrosis.

 

En la calle los bártulos se tienden

en un asfalto dolido por la anoxia.

 
            La apotosis se me presentó asimismo junto a su correlato poético. Es un proceso biológico de muerte celular programada que afecta únicamente a células envejecidas, dañadas, mutadas y que resulta necesaria para mantener la relación entre la mitosis y la muerte celular. Esta programación evita la sobreproducción celular.

La membrana plasmática de las células permanece intacta. La célula muerta se elimina rápidamente, antes de que su contenido se escape, y por lo tanto la muerte celular por esta vía no suscita una reacción inflamatoria en el entorno.

           Podríamos considerar que la muerte natural es una muerte programada. La vejez es fisiológica y mirando teleológicamente, con más perspectiva, a nivel poblacional, a nivel de especie, la muerte podría compararse a este tipo de fenómeno.

 
            Sin lugar a dudas este tipo de muerte también nos trae a la memoria otro tipo de situaciones menos pasivas como la eutanasia, el suicidio, el aborto terapéutico. Muertes programadas que tal vez por voluntarias no debieran provocar alerta en el entorno. Sin embargo estamos lejos de eso.

 

 
            Cuando palpar no es

sino el último toque de materia

en las yemas desnudas y no brota

en el tallo la rama          y si la savia

no recorre ya el cauce abandonarse

sobrevolar el cielo mar adentro

con vuelo de gaviota detenerse

sobre el umbral sujeto a la deriva

de la puerta que nos conduce a qué.

 

          Y por último ví el proceso de desdiferenciación celular en su metafórica relación con la muerte.

Una célula adulta diferenciada en un linaje específico: piel, hueso etc, ha cambiado sus patrones de expresión génica y ha silenciado los genes de la pluripotencia. Por diversos procedimientos se puede obtener la desdiferenciación de las células de modo que vuelvan a su estado embrionario y adquieran de nuevo capacidad para dar origen a todas las células.

          La desdiferenciación podría considerarse una muerte de la identidad celular. Una muerte del ego. La indiferenciación en el zen es el estado en el que no hay fronteras con el exterior. El ser se organiza como una unidad sistémica con su entorno. El individuo se funde con el ambiente y no existe el sufrimiento de sentirse separado. La angustia, la conciencia del individuo es la membrana que le separa de lo demás.

Según Valente hay en todo individuo una nostalgia originaria de lo informe, la añoranza tal vez de un estado de fusión anterior al pensamiento lógico de las categorías éticas, morales y otras no racionales.

 

Cómo a partir del yo de la frontera

de la definición en la más extrema rama

donde tan sólo el cielo y tú.

 

Donde eres órgano

de azul y savia que jamás

podría ser un niño.

 

Donde eres célula de páncreas

destinada al ámbito del páncreas

lecho del vaivén caprichoso de la glucosa.

 

Donde eres pieza sola

rígido saco con poros pero al fin saco

de angustia magma que te define

y escribe el límite entre el aire

y el hueco oscuro de los sucesos.

 

Fotografías en tus paredes

y un transitado cable de memoria.

 

Cómo matar el yo y desleírse

en el agua azucarada del exterior.

 

           De estas jornadas ha surgido el compromiso conmigo misma de publicar un libro de poemas. No hay nada mejor que abandonarse a las actividades del grupo. Indudablemente existe la presión de la entrega pero es mucho más lo que se recibe.

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