miércoles, 12 de diciembre de 2012

"Lorca, el pulso herido." por Pilar Verdú, (Jornadas sobre la Muerte)



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Pilar Verdú trató en su ponencia de trasladar una visión de la obra de Lorca que lo incardina con las religiones arcaicas a la par que con el freudianismo. Para demostrar las distintas posturas que ante la muerte toma el poeta, Verdú escogió algunos de los poemas más célebres del granadino (Preciosa y el aire, Romance de Luna luna, Romance de la pena negra) además de fragmentos de otros muchos.
      El concepto de la muerte en Lorca va íntimamente unido al del eros en sentido amplio, panteísta, cósmico: toda la naturaleza copula y muere para regenerarse. En estas religiones antiguas, la Diosa Madre es una figura a la par acogedora y amenazante, que despierta en el hombre -su hijo en ocasiones-un deseo que no debe liberarse, porque eso implica la muerte, por otra parte necesaria para la resurrección posterior, no tanto en un sentido cristiano puramente, sino, como decimos, originario, primitivo. Así, el eros reprimido será un eje importantísimo en la poesía de Lorca. Tal encrucijada entre lo deseado y lo prohibido aboca al ser humano a un sufrimiento cuya única liberación es la muerte, omnipresente en los versos del poeta. Mujeres ahogadas, hombres mutilados y jinetes muertos pueblan la obra lorquiana como símbolos-entre otros muchos- de esa frustración erótica. Es precisamente esa profunda incursión en el inconsciente uno de los factores (además de la fuerza de sus imágenes y su altísima calidad literaria) que ha catapultado al granadino a ser el poeta más famoso de la historia de España dentro y fuera de nuestras fronteras.

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